Aquellos minutos no son los vividos: sino los desgatados en la vigilia

Necesitaba esta palma maestra
guardiana de ilusiones, 
enseñanza de mis cinco sentidos,
a diestra y siniestra
trémulos labios: son.

Mi vulva
en estado salvaje,
mi sexo, mi casa,
mi desnudez
no son pecado,
mi deseo no tiene inquisición
soy hereje
confieso todos mis orgasmos.

Enciendo candelas para purificarme,
el amor más inocente aún me sigue
me sigo amando a doble mano
y una bendición me vuelve santa. 

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