Nadie lo cree, pero aún existe un bosque dentro de la colonia Zapata, en Xalapa

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Viví los últimos seis meses de mi vida en una casa que está en medio del bosque, quizás unos de los últimos resguardos que pueden existir no sólo en la colonia Zapata, sino a mi parecer, en toda Xalapa. Beatriz Cao ha sido una de las caseras más sensibles al respecto de cuidar el manchón de Bosque de Niebla de la calle Prolongación de José Mancisidor.
En este lugar compartí muchos días de eterno asombro, de miradas constantes y de naturaleza vibrando. Llegué allí a principios de enero justo cuando decidimos mudarnos mi compañero y yo. No hemos sido la pareja modelo ni mucho menos, pero sí puedo agradecer que el bosque haya hecho lo suyo, pues ha sido en gran medida muchas veces sencillamente sabio y eso lo sabrán varias docenas de personas que han circulado por él. Mucha ha sido la sorpresa y el asombro de la familia, de las amigas y los amigos que nunca acaban de creer hasta que ven, que hay un bosque dentro de la colonia Zapata.

No pararía de enumerar cientos de maravillas que he descubierto en la “selva”, como también ha sido bautizada, desde una vegetación por demás exuberante –ejemplo de ello es un helecho arborescente- hasta una diversidad de aves invaluable y todo esto dentro de una pequeña propiedad privada.

La ardua necesidad de creer que no todo está perdido

Sin embargo todo lo fantástico que aquí ocurre, no siempre se puede pensar que se valora igual. Hace ya meses, seguramente años los vecinos estuvieron pidiendo la pavimentación de la calle, hasta que al fin se aprobó. Dadas las circunstancias en las que me encuentro, es decir, viviendo la mitad de mi semana en el DF y la otra mitad en Xalapa. Me lleva a pensar en las repercusiones que ya empezamos a sentir.

Que la calle se interrumpa, que los automóviles dejen de pasar, que los servicios no lleguen a la puerta no son un peligro; pero que la tierra se perfore, que se derriben árboles, que las máquinas hagan ruidos infernales y que la gente no ponga en la balanza la cada vez más frecuente perdidas de espacios verdes, eso es lo preocupante.

Quizás me influye el hecho de que sé y me consta lo que es vivir en un lugar en donde lo único que ves por espacios prolongados sea sólo una plancha de asfalto. Escribo con una taza de café, mientras estudio y hago mis deberes de estudiante lo permite. Cada vez que puedo hago la insoportable comparación entre lo que una me brinda Xalapa versus la incansable necesidad que ha hecho de nos-otr@s la centralidad. Cada día que estoy en el Altiplano pienso con melancolía mis días verdes en Xalapa y sin embargo, sé que sólo es nostalgia.

Sé que la casa en el bosque y el bosque mismo estarán bien, protegidos por Beatriz, salvados de ser taladrados, sé que la escuela que está cerca también resguardará ese pequeño recuerdo de lo que era Xalapa la vieja, la del bosque de Niebla. Lo que no sé es cuánto más durará la colonia verde. Pienso en los cambios que vienen y en los árboles y animales que nuevamente tendrán que exiliarse esperando un retorno a una mítica Ítaca.

Sin esperar más que unos minutos de reflexión este que hoy se lee, es ya un alegato por aquello que se vuelva más efímero cada día, el contacto con los verdes, con los olores a vegetación y con los sonidos de la naturaleza.

Nostalgia pero no silencio… in memorium Pacha

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