Soledad

No tengas miedo le dijo la voz, la escuchó resonar. Una y otra vez el destino le estaba indicando que debía correr al mar, ¿tirar la toalla? Eso era para principiantes, ella sabía lo que era enfrentar al Demonio. Lo conocía muy bien y sabía que de sus más profundos recuerdos él vendría a recordarle "la peor violencia no es la que una ejerce sobre sí misma".
Golpe de tajo, golpe seco, ola, ola, ola. Labios salados, labios secos, labios quemados por la sal. Asco agua de mar, agua salitre, agua de cientos de drenajes.
Fondo, distante, patada, patada, patada, barracuda o tiburón. -No estabas allí, no sabes lo que es dolor- se dice. Mentiras, mil veces mentiras, ¿esto cambiará? Es claro el NO. Lo sabes, lo sabe, lo saben. Apuesta sin ganancia pero apuesta aunque siempre pierde, pero lo hace, una y otra vez diciendo "está vez todo será mejor", ¿para quién?
Él no quiere hijos, no quiere una casa, no quiere nada. Tal vez sólo quiere las piernas de la jovencita que está a su lado, le ha dicho el apodo, el apodo, el apodo que se dicen en secreto, ¿le dirá de nuevo que lo escucho como producto de sus celos? Le dirá algo más, le dirá que es una neurótica... él miente.
Ella solo siente que el verdadero amor de pareja es tan sólido que... no deja a esa mujer, a su mujer cargando 14 kg de arena de gatos por enseñarle a las lindas piernas la ciudad completa.

¿Es un cobro de cuota? Cinco semanas, cinco semanas de no estar, de ser libre. Está harta, le parece injusto el sistema



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