Body Horror Story
Estuve pensando mucho si ver o no la nueva Body Horror Story. No, no la veré. En definitiva ya hay mucho miedo sobre envejecer, mucho miedo sobre el castigo social y cultural en Occidente. No estoy interesada en cultivar la cultura de miedo sobre nuestras cuerpas, verme al espejo es un acto de amor y de respeto. Entender si alguna de nosotras se pinta las canas, se inyecta o se opera, no es asunto para criticar, tal vez si para legislar y que sus cuerpes no sean lastimades, dañades o perjudicades. Saber que vendrán bochornos es suficiente para que yo, de manera singular, decida ir trazando la ruta para mí cuidado y necesidades nutricionales, así fue como en casa me prepararon para saber que un día iba a menstruar y no tuve miedo de la sangre que corrió la primera vez por mis piernas. Sabía que llegaría, también supe que un día sin más se irá. Mientras eso ocurre no estoy dispuesta a comerme una historia de horror que solo me hace participar de algo que es estructural. Mientras las estructuras no se cuestionen será imposible remover aquellas cosas que nos comemos, aquellas cosas que son "sustancia" para hacernos creer que efímeramente podemos detener la vida. Y sí, entiendo a las protagonistas, pero incluso ellas son puestas a competir un lugar, un cuerpo, un tiempo, como si no hubiera lugar para lo intergeneracional. Las entiendo a las dos, ahora eßtoy enmedio de la juventud y de la "vejez". Ya no soy la Careli de 20 años, tampoco soy la Careli de los 60. Pero está mujer quiere compartir con otras mujeres más jóvenes y verlas como me vieron muchas de mis amigas a mi edad, como amigas que escuchan, que orientan y que saben que un punto de vista más solo es para apoyar a discernir con claridad. También he tenido amigas que han dejado de ser amigas porque encontraron en mi andar conflicto con su proceso. Está bien no se puede ser amiga de todas, pero algo que tengo claro es que no seré nunca su enemiga, que ellas sigan su camino porque yo estoy haciendo lo mío.
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