Largas filas
Sirvo el café, lo bebo y salgo dispuesta a votar.
Tengo nervios. -Careli, pareces novia que va a su primera cita- me digo, así que me apresuro para no llegar tarde a la cita.
Llegó a la calle 2 poniente de la
colonia Isidro Fabela, en una esquina una casa de campaña, pero de casillas
nada, me acerco y pregunto -sabe dónde está la casilla de la 2 poniente-, -allá
donde ves la gente, ahí es- contesta un hombre.
Vuelvo los pasos, avanzo... veo mucha gente, me
acerco y veo todo certificado por el IFE, son las 8:40 aún no han abierto la
casilla pero algunas gentes ya están formadas otras entran a la casita de la
popular colonia.
Pregunto -hasta dónde va la cola-, me señalan con
pulgares e índices -atrás-. Me formo, revisó y verifico si se trata de mi
casilla, todo bien, no luego dudo porque están marcando de la letra A a la G,
me asomo curiosa para revisar si no hay otro anuncio, lo hay éste dice de la A
a la P, alcanzó a ver que otras personas llegan preguntando lo mismo, la
comunicación no es fluida, hay cuarenta personas, aproximadamente, delante de
mí y cada uno mueve los pies o las manos como sea necesario.
Comienza el proceso dejan pasar a las primeras
quince personas, nos quedamos afuera otros. Vemos una vuelta por aquí y otra
por allá, gente enojada porque llegó temprano y necesitan irse a trabajar. El
proceso es lento, lento. Otra ronda logra entrar, ahora sale un chavo, pregunta
los apellidos y sigue su andar dentro de la casita. El sol comienza a brillar,
seguro habrá lluvia más tarde, pienso.
Me llama la atención la cantidad de gente que
sale, entra y blasfema muchos comienzan a murmurar -¡qué mal organizados
están!- tienen razón y sin embargo sé que también los que están adentro
organizando las casillas están sobrepasados, la gente empieza a ser cada vez
más y más. Busco en todas las paredes si hay por casualidad alguna planilla que
diga cómo votar, me parece fundamental, muchas personas en México no sólo no
tienen internet, sino que más grave aún, no saben leer, me pone un punto en la
llaga el ver a una señora mazahua (lo sé por su vestimenta), me pregunto por
qué tampoco hay nada en lenguas indígenas, pienso -sí eso pasa aquí que es la
Ciudad, no me imagino en las comunidades, rancherías y cualquier otro sitio
donde la gente no se rige igual que aquí-.
Camino y me topo con una división de votación, sí
ya las cosas andan tensas eso pone de mal humor a muchos, escucho otra vez -¡qué
mal organizados están!-. Se quejan y se enojan empiezan a alterarse, me toca
tranquilizar a una señora y decirle que sí están mal organizados pero también
son humanos y están haciendo el mejor esfuerzo.
Las dudas surgen cuando se ven 6 boletas, mucha
gente no lo sabía y se van enojadas porque tienen que volver a formarse para
recibir tres que corresponden a las elecciones locales o regionales. Me doy
cuenta que antes de que me den mis papeletas no hay más que los lápiz de color
rosado que el IFE envío, por suerte a alguien se le ocurrió llevar crayolas.
Avanzo me dan mis tres primeras boletas: Presidente, Senadores y Diputados.
Busco la casilla con crayola.
Salgo me formo de nuevo para mis siguientes tres
boletas: Jefe de Gobierno, Delegados y Diputados locales.
Al mismo tiempo llega una señora adulta mayor, su
acompañante entrega su credencial, la revisan en la mesa y se dan cuenta que
tiene terminación 03, terrible la señora apenas puede caminar, sus familiares
afirman -un voto menos-, cierto, cierto y sin embargo faltó un proceso que
hacer por parte de los familiares: revisar a tiempo este dato. La señora sale
desconcertada. No termino de imaginar que estará pasando con otro tipo de
población que al igual que la señora dependen de otros para poder ejercer
plenamente su derecho, cuántos de sus familiares estuvieron realmente atentos.
Mientras otro hombre se ha desesperado, la información
no llega y provoca mal entendidos y los coordinadores no han tomado las medidas
necesarias. Las cosas se tensan y deciden después de una hora organizar a la
gente y solo entonces escucho -¡qué bueno que ya se están organizados!-.
Ejerzo mi voto y salgo de la casilla, sigo
caminando pero los ánimos han pasado de la inquietud a la angustia cómo se
estará llevando el mismo procesos en otras partes de la colonia, de la
delegación, del Distrito, de los estados, de los municipios, de las rancherías,
de las comunidades, de los ejidos, de las comisarias, del norte del país, del
sur.
Consigo ver más lugares, más gente viendo y
viviendo el mismo sentimiento, cuidando y atendiendo por si algo nos pareciera
extraño. Comenzó a llover hace una hora pero eso no ha detenido las largas
filas...
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