Entre grafía e historia

Algunas veces ha pasado el lamentable hecho de perder a nuestros sujetos de estudio, personas admiradas, personas respetadas de quienes nos enamoramos y profundizamos por ese anhelo de inmortalizarlas.
Luego de irse dejan la investigación sin posibilidad de réplica sin posibilidad de dialéctica. Entonces solo le queda a la narración un eco. Sin voces, sin habla, todo lo escrito se convierte en una posibilidad irrefutable de verdad.
Pienso ello mientras recuerdo a mi personaje novohispano, Diego Jaymes Ricardo Villavicencio, tan estudiado y divido, tan contradictorio y humano: protagonista fugaz de una época. Lo traigo y lo llevo entre el suyo momento y el inventado presente mío. Hago de su siglo XVII materia de estudio del cual se sostiene una historia, un momento parlante entre verdades y mitos. 

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