Recordé la primaria

En primer año de primaria, mi amigo, un niño con capacidades diferentes, que había tenido hidrocefalia cuando nació compartió su inteligencia conmigo, hicimos equipo e incluso competíamos por tener el 1er. lugar de la clase.

Ese mismo año otro amigo, muy querido, le gritó, a otro niño, “negro”. Me enojé y entristecí, yo tengo una madre “negra” –me dije, y no me gustaría que alguien le gritará así- entonces podía irme del lugar o no decir nada, al fin y al cabo era una niña de 6 años, no lo hice, me enfrenté a mi amigo y sus acompañantes –quienes también eran mis amigos- y le dije –no volveré a hablar contigo ni a ser tu amiga hasta que no le pidas disculpa a él-, lo siento –pero yo también tengo una madre “negra” y no me gustaría que nadie le hablara así. Él no me creyó, después de tres días se disculpó y entonces yo volví a hablar con él.

En cuarto año, mi maestra Lupita, creyó que era la indicada para ser la abanderada, era tan flaquita que nunca nadie se le había ocurrido hacerme esa oferta, pero ella siempre puso en muy alto mis capacidades, después de todas las recomendaciones que le hicieron ella continuó creyendo en mí y dijo –tú, serás la abanderada del cuarto año B-, así fue solo que nunca pensé que el símbolo patrio pesara tanto, poco a poco se me deslizaba o se balanceaba hasta que terminé casi con la asta a medio piso, otra maestra corrió a componérmela, terminé el recorrido un tanto avergonzada un tanto menos preocupada, el peso de la bandera había sido tanto que agradecí no volver a ser la abanderada de nadie. Había olvidado que ese día mi papá no pudo ir a verme, creo que fue lo mejor.

Otra imagen del cuarto año: conocí a un nuevo amigo durante ese ciclo escolar, había llegado a la escuela medio año antes, lo habían dejando en el grupo A, sin embargo en el siguiente ciclo lo cambiaron al B. En cuanto lo conocí supimos que éramos viejos conocidos y nos volvimos inseparables, hasta mi hermano me acompañaba a su casa, tres meses después su papá, quien andaba en la política, fue asesinado, algunas versiones dijeron que era porque tenía una amante otras que por estar en el partido equivocado –el PRD apenas comenzaba a ser conocido-, en fin, por pena o por miedo su madre los sacó de la escuela –a él y su hermana- y sin avisarle a nadie se fueron a vivir a Oaxaca. Esa vez me sentí tan triste.
En sexto nos separaron de grupo a mi amigo “güerito” y a mí, sí es el mismo que había gritado “negro” a otro, después de estar juntos jardín de niños y gran parte de la primaria, eso también fue un gran golpe para el apego, en fin él fue a otro grupo y yo me quedé en el B. Lo anterior fue bueno, después de todo siempre seriamos amigos, por otro lado conocí o reconocí a otros niños, tres de ellos fueron Carlitos, Boris y Eric; Roberto y Domingo continuaron siendo de mi grupo. Así con estos nuevos amigos, surgieron nuevas historias, aunque ya había una prehistoria, a Boris lo conocía del jardín, mi mamá y su mamá eran amigas. A Eric lo había visto junto con Carlitos en la escuela, además en el primer año cuando yo era una penosa andando, los vi acercarse a mí, venían acompañados de un niño que me gustaba, Ricardo, por miedo o por pena, intenté escapar de ellos, ellos no entendieron, me siguieron y yo en mi desesperación volteé y alcancé a destapar mi pepsilindro al mismo tiempo que les aventaba el agua, por desgracia mojé a Carlitos, en lugar de Ricardo –mi objetivo-. En fin Carlitos el primer día de clases me preguntó: ¿por qué me mojaste?, yo no sabía dónde poner la cabeza y contesté estaba asustada y pedí una disculpa. Los tres nuevos y los dos viejos, nos volvimos amigos, logramos juntar acciones para estudiar, hacer fiestas, salir juntos y hasta festejar nuestra graduación. Un año después Carlitos murió, teníamos 12 años cuando ocurrió, no podía creerlo, sabía que las y los ancianos mueren pero no los niños. A los 18 o 20 murió Boris, no podía creerlo, sabía que las ancianas y los ancianos mueren, pero no los jóvenes.  


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