A Rubén Bonifaz Nuño


Cada vez que se muere un poeta deberíamos de llorar porque una parte de nosotros se irá con él o ella. 
31 de enero, se fue el mes y te fuiste tú sin pompa ni homenaje, breve silencio se hizo cuando el mismo día murieron otros 30, como parte de una "sorpresiva" explosión, en PEMEX.Recuerdo la primera vez que te leí, no fue por mi vocación a la poesía que lo hice sino porque uno joven amante me dio una carta la cual comenzaba diciendo Amiga a la que amo, el mismo día no sólo me quedó claro quién eras sino cuánto amor sentía aquel hombre. Esa no sería la última vez que sabría de ti, vendrían más y con ellos las tormentas y las preguntas ¿qué hace una poeta enamorada de las metáforas en el mundo?, ¿qué hace creyendo en la metáfora idealizada del amor?
Con esas preguntas me fui a caminar rumbos, entre a la vida académica y comencé a soltar de mi mano la escritura, sabía que cada paso era un vuelo porque cada verso de tus poemas me hacía recordar la premura del amor desesperado, aquel que no alcanza su perfección porque tiene comprometido el ánimo y el ánima.
Después de mucho te volví a leer, esta vez fue en un patio de cochera, en el reto uno escogía, dentro de un libro, el poema al azar. Emergió el Árbol y volviste a hablar, llegaron ahora los recuerdos de un sueño, el árbol-libro que mi abuela me entregaba para que juntas lo sembráramos.
Antes de que murieras tuve ganas de ir a verte, tuve ganas de contarte que hubo una vez un hombre que me amo y me hizo conocerte, a ti también te hubiera gustado conocerlo a pesar de que ahora él se define como un "mercenario" por vender su alma al Gobierno haciendo discursos infames para un hombre miserable.
Me dejas la soledad porque sólo un poeta puede entender a otro poeta, Bonifaz. Te dejo porque como dije arriba una parte de mi se irá contigo.
Adiós hombre poeta, hombre anciano, hombre bello, hombre sueño, hombre que me dio su mano:

"Y cuando me haga viejo,
y engorde y quede calvo, no te apiades
de mis ojos hinchados, de mis dientes
postizos, de las canas que me salgan
por la nariz. Aléjame,
no te apiades, destiérrame, te pido;
hermosa entonces, joven como ahora,
no me ames: recuérdame
tal como fui al cantarte, cuando era
yo tu voz y tu escudo,
y estabas sola, y te sirvió mi mano."



Con infinito amor, Careli
 

 




   

Comentarios

Entradas populares