Ramón


 Habían pasado muchas noches desde la última vez que salí a tomarme unos vinos, el Centro Histórico de la Capital es lo –in- comentó Manuel. En efecto el ambiente se dejaba sentir por toda la 5 de Mayo, Motolinia y Gante.
Lo encontré acostado en el suelo de un cajero automático (uno de los de la flama roja) sucursal centro histórico. Dormiría allí.
Cuando entré al cajero me dijo señorita no somos rateros (estaba con otro hombre, un fotógrafo), los dos me dijeron -¡no lo somos!-, les creí. Ramón (el vagabundo) me insinuó -Bueno sí lo soy pero hoy no circulamos-, entonces tome la palabra para pedir una foto con Ramón, -porque somos amigos-, les dije. Los dos nos abrazamos, yo estuve a punto de quitarle su virilidad, cuando sin querer, con mi bolso morado le aplaste su miembro, salieron de su boca las palabras más angustiosas -¡Ay, mi pajarito! Con cuidado que es mi tesoro-. La imagen quedo plasmada, yo quedé prendida de él, entonces me dijo tengo hambre, te doy dinero y me compras unas papas, no, no, mejor unos Rancheritos por favor (tenía antojo de ellos, se le notaba en la mirada). Le respondí, no me des dinero, yo te los invito está noche. Fui por ellos a la tienda del 7&11, regresé, entré y se los di. En ese momento me dio un abrazo, me dijo -toma, toma esto-, -nooo, no estoy cobrándotelos- contesté. El replico -te estoy dando un peso, ni aunque haiga frío o hambre te los gastes-, -esto te protegerá-. Me toco la mano y con una señal de cruz, interpolo la línea de la vida, la felicidad y la paz. Pronunció lo siguiente -que en tu casa haiga paz, amor, tranquilidad, felicidad pero sobretodo sexoooooo-, -Yo te amo, cuídate, pórtate bien y sino invítame-. Abrí la puerta de cajero y se escucho un –shsh, espera ten, llévate este-, un cigarro y un beso. Salí del cajero amada, la noche fue testigo de las miradas, de las palabras, le regalé su cena y él me dió su alma.

Comentarios

vicho en ciernes ha dicho que…
puf, ¿cómo no amarlo...?!

Entradas populares