Gustaba de espiar tlacuaches

Cada noche como novenario, lámpara en mano esperaba y esperaba. Los veía de lejos, sólo de lejos y allí esperaba. Hembra y macho temerosos se acercaban hacía el bote en donde los vegetales los aguardaban, yo en cambio no dejaba de sentirme tentada a esconderme tras la ventana del baño. Hoy mientras la noche alcanzaba al día uno de ellos entró con sus patas torpes y su panza ancha y sin pedir permiso con su breve visita dejó hedionda la vieja casa y entonces me pregunte dos cosas, primero ¿por qué tendría que pedir permiso para entrar o salir de mi vivienda sí antes era de él? Por último ¿acaso yo me he tomado la molestia de preguntarle si le gusta que lo aceche con mi herramienta humana?



Careli de madrugada 

Comentarios

Yanitsa Buendía de Llaca ha dicho que…
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