Construcción en tres partes

Escuchaba los relatos de las Lunas viejas, la cadencia de sus voces me invitaba a desaparecer entre nubes parsimoniosas. La fría ráfaga de viento me hizo volver al café de la mañana, pronto regresaría a la rutina del trabajo, pero ¿qué sería la vida sin la eternidad de los recuerdos? Laberintos enraizados sin vida onírica.

Soñaba y esa vieja sombra apareció, no pude resistir ir tras ella. Los largos cabellos brotaban de su cabeza, eran las huellas que me permitían seguir ese fantasma, me transtorné. Las calles no me eran conocidas pero su rostro eran olas que siempre vuelven como espuma.

Fue ese augurio que me hizo volver, la realidad me agolpaba. Quería detener aquel momento pero era hora de despertar. Un día comenzaba y la incertidumbre llegaba a su máximo climax. El ocaso llegó y supe que las calles ya no serían las mismas.

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